lunes, 12 de marzo de 2018

Quimera


El sol levanta la cortina de neblina mientras susurra cosas de la noche que quedo atrás.
La casa es enorme, el jardín un mar de verdes en los que me pierdo cada tarde desde que el tic-tac me desvela a la hora de la siesta. 
No estas y no te extraño, sin embargo, gasto lapices pintando tu rostro en cada árbol cortado al paso.

El azar no me juega buenas partidas
¿Donde estas? ¿Que haces?

Me preparo el quinto té y me siento a esperar que la tarde caiga para poder charlar con el naranja que se aproxima desde el oeste, quizá, te encuentre cuando todo este celeste bajo el manto de estrellas que te envuelve.

No creo en Dios y, sin embargo, hoy espero un milagro.


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