domingo, 27 de agosto de 2017

Alto


Hay cosas que uno necesita decir, aunque solo algunos las escuchen y esos algunos sean nadie, así como es escuchada la lluvia cuando cae por la madrugada y nos encuentra somnolientos envueltos de sueños.


A todo el mundo le preocupa lo de la crisis mundial. (Y con mundial me refiero a la crisis personal de cada individuo porque ¿no es uno su mundo o entiendo mal?) A todo el mundo le preocupa y yo quiero pedir disculpas por no tener interés.  No me voy a avergonzar de mis nostalgias, los domingos por la tarde todavía extraño.


Son mis recuerdos.

 Nadie me va a quitar el arbolito en el que me escondia cuando las tardes eran horribles, me crie en base a eso, soy eso. No me voy a avergonzar tampoco de mis amores, me quisieron cuando quise o quizá no, pero ya no importa porque todo me empujo a estar acá hoy, mirándote quererme.
A partir de los recuerdos me construyo y nada tiene que ver la economía financiera del lugar. Ha habido momentos de estabilidad, de dólar por peso, de desequilibrio, de robos en potencia, de economía para unos. Ha habido figuras haciéndonos desaparecer y aparecer a su placer, hemos sido invisibles por mucho tiempo y cuando nos dieron lugar, nos comió el silencio por miedo a que nuestros ideales no tengan la suficiente fuerza para ser. Sin embargo, ninguno de estos estados me saco el arbolito desde donde escribo, las veces que temblé contra los muros en manos del amor, las pasiones, las pastillas, los café...
 Nadie me robo lo que soy, porque ¿Quién dijo que cuando un hombre esta quebrado en dos, de allí, salen dos?