domingo, 3 de julio de 2016

De gustos y esas cosas



Y qué si me gusta la pizza sin jamon o el yogurt solo de frutilla y con mucho cereal. Tanto que sea más cereal que yogurt. También me gusta el mar. Pero no me gusta la gente cuando miente y encima, se cree. Ni qué critiquen gustos ajenos. Por qué ¿que saben ellos de eso? Si, hay gustos que no comprendo y gustos que no comprenden. Y no me quejo. Por qué me gustan y yo a ellos. O eso pienso. Además de eso, me gusta lo tetrico de la calle del cementerio. Me da miedo, pero no vamos a dejar de gustar por el miedo.
 Tanto me gustan los besos que sueño con ellos. Que lindo todo esto y que lindo gustar de esto y de aquello. Hasta de vos gusto. Y me da vergüenza, no por el sentimiento, si no por el gustar y no ser gustado. O por querer cuidar y no ser dejado. Me gustas y te lo digo. Por qué es lindo gustar y que te gusten. No sé que digo con esto. Ponele que es una carta de gustos y de sentimientos. O de quejas y problemas. Que sea lo que quieras cuando lo leas, mientras te guste y quieras leerlo. Sos bienvenido a mis sentimientos.
Como me cuelgo. Que lindos son los atardeceres y el degrade del cielo, que lindos los desconocidos. Me gusta observarlos. Ver que hacen. Hasta les invento historias. Los que mas me gustan son los que te saludan sin saber quien sos, o el panadero que te atiende con una sonrisa por que al fin tiene el negocio que siempre soñó. También los que pasean a su perro o con los que coincido al acariciar un gatito y se ríen de lo que digo. 
 A veces deseo que seas un desconocido más. Así te puedo observar. Y mirar, hasta cansarme. Sin saber que te quiero. Sin perderme en tu vorágine. Ya que se me hace difícil salir. Y dejarte ir.

Quiero que te conviertas en desconocido. Para chocarnos y acariciarnos, perdidos en la inercia del no saber que te quiero y te querré. 
Por siempre (o casi siempre). 
Tomando té y hablando francés, como en mis sueños lúcidos. En los que te llamo y te traigo. Y en los que a veces me harto. De vos y de mí. De esto que no se que es y que nunca voy a saber.

lunes, 27 de junio de 2016

Relativismo vivencial



Quiero vivir toda la vida agarrada de tu mano o acostada en tu pecho como cuando era chiquita y me decías que todo es relativo, y yo me reía.

Me reía porque no tenía idea a que te referías, después me dormía hasta que el sol entraba por la ventana o vos me llamabas, porque se me hacía tarde para ir a jardín.


 Un día sin querer descubrí que vos no te ibas enseguida, que te quedabas sentada al lado de la cama para ver como yo estaba. Nunca estaba bien, porque siempre tenía miedo a todo, porque era (y soy) una bola de ansiedad a la que todo le da vergüenza o la incómoda. Luchaste tanto con eso que a veces me canso por vos.


(Luchaste tanto conmigo que también me canso de mi).


No te creas que me olvido de tus noches en vela prometiéndome que no se me paraba el corazón, o de la oreja pegada a la puerta del baño intentando que no me duela más nada, que este sana de nuevo y para siempre. 


Ahora entiendo que todo es relativo, porque aunque no estés, te siento conmigo.


miércoles, 22 de junio de 2016

FIN



Si alguna vez me pasa algo no quiero que te preocupes por mi cuerpo. Preocúpate por aferrarte a mis escritos antes que nadie, esos que siempre llevo en la mochila, en el cuadernito que vos sabes. Te regalo mis poesías donde está toda mi alma. 


Ahí voy a vivir siempre.